Edison Duván Ávalos (Cali, 1979) es un gran tipo. Periodista y escritor, por estos días editor del Diario La Hora en la frontera Colombo – Ecuatoriana.
Recientemente presentó, en Tulcán, su primer libro de crónicas: ‘Desde la frontera como trinchera’
Desde la distancia y con una taza de café nos comentó sobre este libro que es sólo el inicio de una serie de publicaciones, tanto en lo periodístico como en lo literario, de quien no es sólo un gran escritor, sino una gran persona.
¿En qué momento empezó a escribirse este libro?
Cuando escribí cada uno de estos textos, en un lapso de tiempo que empieza en el 2002 y finaliza en el 2007, tenía la certeza de que algún día iba a publicarlos en el formato de libro. Pero no sabía ni cuándo, ni dónde, ni mucho menos cómo iba a hacerlo. La única certeza que tenía es que los textos estaban hechos para resistir el paso del tiempo y de la coyuntura que narraban, de modo que podían despertar algún interés en esos posibles futuros lectores.
Ahora bien, este libro no fue escrito con un plan previo. Nunca me dije ‘cuando complete tantas crónicas voy a publicar un libro’, ni tampoco me dije ‘cuando escriba tal crónica ya publico el libro’. No, el libro nació porque un día alguien me dijo que ya debía publicar algunos de los textos periodísticos que había escrito en los últimos años. Lo único que hice fue empezar a ejecutar ese consejo.
¿Qué encontrará la gente en este libro?
Creo que como sucede con todos los libros cada persona encontrará algo diferente. Para algunos será tiempo perdido, para otros, por el contrario, será el descubrimiento de un mundo desconocido y fascinante.
En realidad, a mí lo único que me interesa es que las personas se entretengan y disfruten la lectura. No más. Si consigo eso, está cumplido el propósito.
¿Por qué del título del libro?
Hay dos razones. A mí me han recomendado que ante esa pregunta (que curiosamente me la han hecho en varias ocasiones) responda con el primer argumento, que no es
el de más fuerza. El título del libro se debe a que en esta zona de frontera yo me siento como un soldado atrincherado. Es decir, como un guerrero de la palabra que se mantiene con vida para disparar contra el enemigo todo lo que lleva por dentro. Ahora bien, ese enemigo no sé quién es, puede ser el sistema de inequidad que impera en
Colombia, el olvido de personas que, pese a su anonimato, son grandes protagonistas de pequeñas historias, el papel de muchos medios de comunicación, en fin, ya vos con la lectura podrás identificar contra quien disparo.
La segunda razón, que para mí es la más valida porque es más sincera, es que el título del libro nace de un reportaje que publicó en cierta ocasión un gran amigo en el periódico universitario en que ambos trabajábamos. Ese texto se titulaba “Desde el claustro como trinchera”. Yo lo único que he hecho es adaptar a mi contexto ese título que tanto me llamó la atención por su resonancia fonética.
Te confieso que lo demás, eso de que soy un soldado que dispara desde su trinchera, vino luego. Aunque la mente tiene caminos tan inextricables que resulta identificar qué fue primero.
¿Te consideras un cronista?
No lo sé, Carlos, es tan complicado para mí decir soy ‘esto’ o soy ‘aquello’. Para mí la crónica y el reportaje son géneros tan elaborados que a mí me parece pedante incluirme en el grupo de personas que los dominan.
Yo más bien te diría que soy un aprendiz, lleno de defectos, con muchos problemas estéticos, sin ninguna virtud extraordinaria, pero con el apetito y el imperante deseo de mejorar cada día.
¿Y la literatura?
Creo que te refieres a que si me considero escritor. Todo el que aspire a ser cronista debe tener dentro de sí el espíritu de un escritor, pues no de otra manera podría preocuparse por la forma de los textos.
¿Cuál es la bebida que más te gusta?
Hay varias bebidas que me gustan mucho. La primera es el café, lo tomo como sea, tinto, aguado, de chuspa, instantáneo, frío, caliente, en fin, como me lo pongan. Pero si puedo escoger, me gusta el café Express. Es como si te dieran de un modo concentrado el sabor que más disfrutas en tu vida.
También hay otras bebidas que me gustan mucho, como por ejemplo el vino Sansón. Es una bebida alcoholizada súper dulce y espesa. La empecé a tomar desde mi infancia, cuando tenía unos doce o trece años. Resulta que mi abuela se tomaba cada día una copa a manera de remedio para mantener vitalizado su cuerpo, pero yo aprovechaba cada descuido y sacaba de la nevera también una copita para mí. En esa época, al final de cada día terminaba lleno de felicidad, dándole abrazos a todas mis tías y primas. Me tenían como el miembro de la familia más cariñoso, pero en realidad estaba un poco ebrio.
¿En qué momentos la (s) prefieres?
El café lo prefiero en cualquier momento. Pero, de nuevo te digo, si me dejan escoger, lo prefiero con una buena compañía, es decir, con alguien con quien se pueda conversar sabroso y con un buen tabaco. El vino Sansón si lo prefiero únicamente en momentos especiales. Por ejemplo, uno de esos viernes en que sientes una fuerte predisposición a pasarla muy bien y a tomarte unos traguitos.
¿Por qué te gusta?
No lo sé en realidad. Pero creo que me gustan porque con ambas crecí. En mi casa de Cali, en mi infancia, todas las tardes se arma una tertulia entre tías y tíos, cada uno con su tasa de café en la mano. Cuando era niño no me dejaban tomar café porque eso
“embrutece”, decían, a pesar de que yo ya andaba emocionado con el Sansón. Pero luego, a los 14 o 15 años, empiezas a ser parte de esa tertulia, y el café se va metiendo tan adentro que humedece los huesos.
¿Cómo es la vida en la frontera, en Tulcán y cuáles son las principales diferencias de la vida en Cali?
La vida de frontera es lo más curioso que he visto en mi vida, por lo menos en la zona colombo ecuatoriana. Hay muchas cosas que resultan inverosímiles para quienes venimos del interior de los países. Por ejemplo, uno no entiende cómo es que hasta hace unos eses en Ipiales bastaba hacer una llamada telefónica ara comprar un cilindro de gas ecuatoriano, mientras que en Tulcán muchas personas debían permanecer hasta dos días haciendo fila para comprar este mismo producto.
Es que todo lo referente a lo que se denomina la “cultura del contrabando” resulta sorprendente. En primer lugar porque implica un directo y visible atropello a las leyes establecidas, pero así mismo es un modo de vida tan arraigado en las personas que hace parte de su cotidianidad.
La vida de frontera sólo la entienden las personas que han nacido aquí y se han criado en este lugar. Ellos llevan en su cédula una nacionalidad determinada, pero en su interior hacen parte de una misma cultura que se extiende más allá de la línea fronteriza.
Ahora bien, en comparación con mi Cali natal, en Tulcán he encontrado mucho más calor, calor humano, por supuesto. Aquí, la amabilidad de las personas y el carisma no se ha perdido, a diferencia de Cali, donde muchas personas no conocen ni siquiera a sus vecinos.
Además de esto, la tranquilidad que se respira en Tulcán es impresionante. Aún se puede caminar de noche y hacer muchas cosas que en Cali serían un acto de suicidio, como por ejemplo pasarse todo el día contando centenares de dólares en las calles, tal como lo hacen los cambistas.
¿Cómo fue este año para ti?
En este año descubrí que hay sueños que se cumplen. Por ejemplo una noche soñé que cagaba y cagaba tanto que la mierda se salía del inodoro. En la mañana busqué en Internet y me enteré que ese sueño significa que te va a llegar dinero. Y así fue. En la tarde una persona me entregó un buen fajo de billetes para que publicara el libro que desde hace años soñaba publicar.
¿Tus aficiones?
Hasta que era estudiante universitario mi principal afición era jugar al fútbol. Claro está que ahora, cuando estoy convertido en un trabajador, sigo jugando al fútbol pero en Xbox. En verdad que el trabajo no me deja mucho tiempo para cultivar aficiones.
¿En tu tiempo libre qué haces?
En mi tiempo libre, al igual que en todos los momentos en que no estoy trabajando, me dedico a leer. Me gusta tener un libro de cabecera para disfrutarlo en mi casa
y me gusta tener una página de Internet para explorarla.